Desde hace un tiempo hay una tendencia a pensar que el motion capture (Mocap) va a acabar con el trabajo del animador 3D. Si bien ésta técnica ha resultado revolucionaria en el mundo de los efectos visuales, dentro de los largometrajes de animación no ha tenido tan buena acogida.
El motion capture o captura de movimiento es la técnica que permite registrar los movimientos de los actores para aplicárselos luego a personajes digitales. Si bien los animadores todavía tienen bastante trabajo, una parte importante de la toma de decisiones se ha dado en el set con los actores reales. Aún así, el animador podrá enfatizar la actuación del actor realizando incluso cambios importantes.
El gran avance en el mocap que ha hecho pensar que puede desbancar el trabajo del animador es el de la captura de movimientos faciales. Si bien algunos experimentos de películas basadas en el mocap, como Beowulf, no convencieron por la rigidez de las caras de los personajes, desde hace algunos años estamos viendo cómo la técnica avanza a pasos agigantados hasta los ejemplos que podemos ver en Avatar, El Hobbit o la nueva saga del Planeta de los Simios.
Precisamente el actor que encarna a César en el Origen y el Amanecer del Planeta de los Simios, Andy Serkis, avivó hace meses la controversia con unas incendiarias declaraciones en las que relegaba el trabajo de los animadores a simples «maquilladores digitales» que copiaban exactamente su interpretación. En su rectificación, más tarde, ya habla de un trabajo en equipo conjunto entre actores y animadores.
Y es que, como apuntaba antes, los animadores se encargan de reinterpretar la interpretación. Y ésto, reinterpretar la realidad, es en lo que consiste la animación. Está claro que esta técnica está cambiando el modo de trabajar, pero partir de una base real es una constante en el trabajo de los animadores desde que los estudios Disney estudiaban cervatillos para animar a Bambi, hasta el trabajo de los animadores actuales como Jeff Gabor.
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Sin duda, el ejemplo precedente es el de un gran animador capaz de sacar lo mejor de las referencias que él mismo hace. Pero tener una buena base de grandes actores como Benedict Cumberbatch, o el mismo Serkis, ya sea en vídeo o en Mocap, es una oportunidad que cualquier animador querría tener.
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Como decía mi primer profesor de animación 3D cuando le anunciaban el fin de los animadores, «pon un traje de mocap a un pulpo y luego dile que haga lo que tú quieras». Es decir, el trabajo del animador no va a desaparecer, aunque ver a los actores de Ninja Turtles ataviados con caparazones y repletos de marcas de tracking dibuja una perspectiva para los animadores de VFX poco halagüeña.
Antonio Buch